Parar por lesión

Parar por lesión

A muchos nos ha pasado alguna vez. Empiezas la temporada, haciendo las cosas bien desde el principio, respetas las fases del entrenamiento, consigues una progresión adecuada, coges ritmo de carrera con algunas citas menos importantes y de repente, por culpa de una lesión, caída, infección,… tienes que parar. La cita más importante del año está a pocas semanas y en tu cabeza aparecen esas sombras, las que te dicen que abandones, que el año está perdido, que no harás un buen papel,…

Claro, cuando a mes y medio de la fecha te dicen que tienes que parar tres semanas, son lógicas todas esas dudas. De todas maneras, hay que pensar que el nivel que uno tiene no es tan variable como pensamos. Obviamente si paras tres semanas hay una disminución de la condición física, pero por supuesto que todo el trabajo realizado en la temporada está ahí y, quitándole ese polvillo superficial, volverá a relucir (depende de la duración de la parada claro está).

 
La condición física de un deportista es como la temperatura del agua del mar. Puede hacer mucho calor, o mucho frío, pero la temperatura del agua cambia lentamente. El nivel es el que es. Otra cosa es la sensación de frío o calor (siguiendo con la comparación). Uno funciona por sensaciones y motivación. El que está rodado, fino,… tiene buenas sensaciones, domina la intensidad de su pedaleo y eso le crece a nivel mental. Sumado a un buen momento de forma hace que sea imparable. El que ha parado tiene dudas, unidas a una percepción de piernas hinchadas hacen que su rendimiento quede mermado.
 
El nivel de un deportista evoluciona a lo largo de los años, de su historial deportivo. Sí que hay un cambio sustancial durante el primer año de un ciclista que nunca había entrenado de manera relativamente seria, o de una persona que empezó con un deporte en concreto; hay una primera temporada donde uno progresa muchísimo, pero a partir de ahí los cambios, ya sea para bien o para mal, exigen un poquito más de tiempo.
 
Todos conocemos a alguno que fue buen ciclista hace años y que ahora, con muy poco entrenamiento, está a la altura de los demás; o al contrario, un compañero que aunque entrena muchísimo, no acaba de tener el nivel del resto. Paciencia, si uno trabaja llegará. Y si uno no lo hace, irá perdiendo año tras año sus prestaciones.