El pulso y el ritmo

El pulso y el ritmo

Es curioso ver cómo ha evolucionado la valoración del entrenamiento y la elección de los parámetros de referencia en las distintas especialidades del triatlón. 
 
Así como en bicicleta hubo una época en el que muchísimos ciclistas guiaban sus esfuerzos a través del pulsómetro, en carrera a pie y en natación no ha sido así. Estos últimos lo han hecho siempre (o casi siempre) a través de sus ritmos…y todo parece indicar que la trayectoria en este campo va por este camino.
En carrera a pie se eligió el “tanto tiempo por kilómetro” y se ha mantenido porque refleja bastante bien el porcentaje de esfuerzo que está realizando el deportista. Eso sí, hay situaciones en las que este ritmo no es relevante, por ejemplo, en las carreras “trail” o carreras por montaña. La valoración subjetiva del esfuerzo en este caso, acompañada del pulsómetro, parece la manera más indicada. Para ello, clasifica tu esfuerzo en zonas según ritmos por km, correlativamente las mismas zonas por tramos de pulso y, por último, asocia las fases a sensaciones según una escala de esfuerzo percibido (EEP) de 1 a ? (dependiendo del número de zonas con las que cuentes (por ejemplo: 1- muy liviano, 2- fácil, 3- moderado, 4- intenso, 5-exigente, 6-duro,…).
 
En natación es complicado guiarte por pulso. Por un lado, hay aparatos que no marcan bien los parámetros debajo del agua, por otro, es muy difícil ir mirando el pulso, además de que desconcentra la labor técnica tan importante es este sector. A nivel general, también se ha tratado el tema a través del “tanto tiempo por 100m” y sería ésta la referencia, acompañada de la EPP de la que hablaba en el sector de carrera, que en este caso la considero más importante todavía; sobre todo porque un nadador y un corredor deben especialmente asociar un ritmo con una distancia, un ritmo basado tanto en tiempo como en EPP.
 
En ciclismo se han utilizado varios métodos. Al principio los entrenadores utilizaban los desarrollos para variar las cargas de entrenamiento. Decían “3 series de 10’ con 52×18” (por ejemplo, refiriéndose a plato grande y piñones medios). También se ha jugado con las velocidades instantáneas y medias (avg), pero se vio que con terrenos tan variables y la función del viento estos parámetros eran complicados de analizar. El pulso se implantó durante mucho tiempo como herramienta básica y necesaria. Y después llegaron los vatios. No voy a hablar de cada apartado (puedes ver el artículo “Entrenando con potencia” de nuestro blog de entrenamiento del ciclista), pero en mi opinión todos los parámetros deben ser contrastados, incluido el de EPP.
 
Si quieres analizar tu rendimiento tienes que poner todos los números encima de la mesa, elegir una referencia u otra dependiendo del tipo de entrenamiento o competición, y saber valorarlo todo para sacar conclusiones y programar futuras sesiones.
 
Lo que está claro es que el conocimiento de uno mismo, la percepción autónoma del esfuerzo, es la clave para poder controlar tu rendimiento y la tecnología te puede ayudar a conseguirlo.
 
Como curiosidad, os describo una técnica de entrenamiento que habla de la concordancia ritmo-pulso. Sirve sobre todo para triatletas de larga distancia, y es la de mantener un ritmo constante de larga duración al ritmo de tu competición objetivo (piensa en el ritmo que vas a llevar por ejemplo en un medio Ironman), ya sea por vatios en bicicleta o por ritmo/km en carrera a pie (en natación es más complicado llevarlo a cabo) y asociarlo con un pulso. Al principio el pulso se elevará hasta conseguir un equilibrio. Pues hay que aguantar ese equilibrio hasta que la curva del pulso se dispare al tratar de mantener el mismo nivel. Calcula la distancia conseguida en equilibrio, es un test que puedes repetir cada ciertas semanas para comprobar tu evolución y determinar con más precisión cuál será tu ritmo en esa competición.
 
¡A divertirse!